Desierto Blanco

Despuesde una noche en casa de Wagdi y su familia donde nos trataron muy bien con especialidades beduinas, nos vino a buscar el 4x4 y su conductor de nombre impronunciable. Recorrimos el pueblo, Bawiti, que es lo que mas se parece a Kabul donde hayamos estado nunca. Con calles llenas de polvo, mugre y casas a medio terminar, Wagdi nos paseo en busca de pan, no era facil ya que los hornos estaban llenos de gente. Era viernes y aqui es un dia de fiesta. Todavia no estabamos muy confiados, al fin y al cabo habiamos contratado todo desde el Cairo y dudabamos un poco de todo. Poco a poco, nos fuimos tranquilizando al llegar al desierto negro, una planicie de volcanes extinguidos con conos cubiertos de lava. A cada kilometro que ibamos recorriendo, la belleza del paisaje hacia que consideraramos un total acierto haber venido aqui. Un cielo azul, un sol potente y un viento del norte que suavizaba la temperatura hacian el resto. Para refrescarnos y lavarnos - en casa de Wagdi no hay ducha - paramos en un pequeno oasis donde brotan aguas termales a 25 grados donde nos dimos un buen chapuzon rodeados del desierto, montanas y palmeras. En otro pueblecito donde compramos madera para la hoguera, ellos tomaron su tiempo para la oracion en una mezquita de ladrillos y, mientras tanto, contemplamos los cultivos, los ninos jugando y el silencio... A partir de aqui, no volvimos a ver ninguna mujer por estos parajes, exceptolas pocas turistas que nos encontramos.

Tras la comida y siguiendo la carretera bien asfaltada que une los oasis del desierto libico, al oeste del Nilo, llegamos a la entrada del parque nacional del Desierto Blanco. Hay que pasar varios check point para controlar quien se adentra en el desierto y entregar fotocopias del pasaporte. Hace unos anos, unos turistas japoneses con un guia incompetente se perdieron y estuvieron 3 dias vagando y tuvieron que mandar al ejercito.

El Desierto Blanco tiene una superficie de 3010 kms2 con un paisaje dominado por brillantes formaciones petreas de color blanco que crean un escenario de fantasia. Es el antiguo lecho de un oceano que se seco hace 85 millones de anos. Las rocas, que se asemejan al talco, son los depositos de microscopicos animales marinos que gradualemente se han ido erosionando. El conjunto es un delicado ecosistema donde no hay casi vegetacion y se pueden encontrar zorros, gazelas y pequenos roedores.

Llegamos antes del atardecer y mientras nuestros dos guias montaban el campamento donde ibamos a dorbir, nos paseamos descubriendo este peculiar paisaje. Es como estar rodeado de azucar glace y merengue. El atardecer alli es de los mas bonitos que hayamos visto, totalmente en silencio y rodeados de colores pasteles.

Al caer la noche, el espectaculo continuaba esta vez mirando el cielo. Era una noche sin luna y sin nubes. La boveda celeste se mostraba con todo el firmamento al completo desde la linea del horizonte. Nos situabamos exactamente en medio de la via lactea. Nos dieron una buena cena con pollo a la brasa, arroz, patatas guisadas alli mismo y nos montaron un paraviento con alfombras y colchones donde estrenamos nuestros sacos de dormir. Encima nuestro el cielo, alrededor los zorros merodeando y una vez mas el silencio. Es impresionante dormir asi en medio del desierto con tantas estrellas como arena, hace bastante fresquito pero dormimos casi del tiron hasta las primeros momentos del alba, un nuevo espectaculo que no nos quisimos perder...

Ya estamos de vuelta en el pueblo, esperando el bus que nos lleve al Cairo donde estaremos unas pocas horas ya que de madrugada sale nuestro avion para Luxor... Otro viaje...